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lunes, 30 de octubre de 2017
La Casa 3era Parte.
-La verdad es que no estoy rentando la casa. -Yo no respondí nada, quería hacerlo, pero tantos años conviviendo con mi padre me dejaron muchas lecciones y consejos, y uno que no olvido por sobre todos y el que más recuerdo con cariño es aquel en el que me dijo que a veces uno recibe más de las personas que hablan entrecortado, que lo que podemos recibir si sólo hablamos y hablamos. En aquella charla también mencionó que a veces hay que dejar que las personas se tomen su tiempo para decirnos lo que nos quieren decir esperando en silencio.- No he recibido ninguna llamada, en realidad yo ya sabía que no iba a recibir ninguna llamada, mas que la tuya. Te he visto muchas veces, pasar por en frente de la casa y caminar lento durante segundos y te miro contemplar la casa y sonreír. Como si, no sé, pensaras que aquí adentro hay un tesoro, o como si estuviera encantada y la viera un niño pequeño al cual le gustan las historias de fantasmas.
Dejó de hablar, y yo me quise hacer el sorprendido, o yo digo que me hice el sorprendido, porque la verdad es que una parte de mí esperaba y creía que algo así pasaría, y no como una clase de deseo o sueño, mas bien como una especie de premonición, una certeza muy extraña había en mí la cual me decía que yo ya sabía que esto pasaría, como si ya lo hubiera vivido antes, como una especie de Deja vù. La verdad era muy malo para mentir, pero lo intente y solo dije.
-¿En serio no recibiste ninguna llamada?
-Te sorprende.
-Pues claro. Digo, a nadie le dio al menos curiosidad para llamar y saber siquiera en cuanto la rentabas, o si estaba aun disponible, aunque no haya hecho cita para visitarla.
-¿Y por qué iban a hacerlo? La casa es espantosa.
-Eso no es verdad, la casa es preciosa.
-No es como las demás casas.
-Lo sé, y eso es precisamente lo que le da ese encanto especial, la rareza en ella. Es de esas bellezas implícitas, que hay que observar detenidamente para encontrar todos esos detalles que la hacen.
-Al parecer nadie tiene el tiempo que tú y yo tenemos. -Dijo ella sonriendo.
-Quizá sea eso. -Dije yo y reí.
-Es verdad que esta un poco desarreglada por fuera, pero no sé, esta casa tiene algo que no se puede explicar, una belleza difícil de apreciar.
-Ahora entiendes porqué no la renté y porqué nadie llamó.
En ese momento caí en cuenta de lo que me trataba de decirme, de lo que ella tramaba, y por muy extraño que parezca lo que escribiré, sabía exactamente lo que ella estaba a punto de decirme, pero que no se atrevía.
-Tiene algo que decirme, no es así.
-Es obvio.
-Tómate tu tiempo.
Esta bien. -Estaba muy nerviosa, sus ojos y sus labios la delataban, tallaba las palmas de sus manos en sus piernas. -La verdad es, que yo te estaba esperando a ti, puse ese anuncio en el periódico con la esperanza de que solo tú lo miraras, y marcaras, fuiste el único que llamó, y aunque dude al principio cuando llamaste, algo en esa voz tras el teléfono me dijo que eras tú. Y no quiero que te asustes por lo que te diré, te prometo que si decides irte y olvidarte de todo esto lo comprenderé, y no te acosaré ni nada de eso. Si después de escucharme te vas y crees que soy una loca de atar, lo aceptaré, incluso te comprenderé; y no volverás a saber nada de mí. De hecho estoy a punto de irme de aquí, es sólo que, bueno, sin tantos rodeos, la propuesta que te quiero hacer es la siguiente, no estoy rentando la casa, pero si tú así lo quieres, y aceptas, la casa es tuya, yo tengo que irme durante un año de aquí, no me preguntes a dónde ni porqué, créeme que no tiene nada de interesante saberlo, pero me tengo que ir, y la casa se quedará sola y no quisiera que se deteriore más de lo que ya esta en mi ausencia, y no tengo a nadie de confianza que la cuide por mí, al menos no en esta ciudad, así que si decides quedarte la casa es tuya, y no sólo por el año que yo no esté, sino para siempre. Cuando yo regrese, si todo sale bien, estaré saliendo mucho de viaje, vendré de vez en cuando por algunos libros, porque si decides quedarte con ella, los libros van en el paquete, fue la última voluntad de mi padre que estos libros no abandonen este techo. Y no te preocupes que para cuando yo venga no me quedaré aquí, así que puedes traer a quien quieras a vivir contigo, te dejaré mi maquina de escribir porque si te interesa. Y también si no tienes quien esté contigo, para cuando yo venga podría quedarme una o dos noches contigo, sólo si tú quieres, por si necesitaras compañía para no sé, ya sabes, inspiración a la hora de escribir.
-¿No sé por qué presiento que tú sabes a la perfección que yo escribo?
-Te gustó la casa, tenías que tener algo de escritor. No lo sé, la verdad es que, y quizá esto es lo más descabellado que diré en esta conversación, pero es que siento como si yo ya te conociera de antes, de otra vida.
-¿O sea que también eres escritora? -Pregunté y corte de tajo lo que me había dicho antes de mi pregunta, la verdad para este punto ya me había empezado a asustar, pero no por ella, sino por mí, no creía en tanta suerte.
-No te diré nada de mi vida a menos que aceptes mi propuesta.
Nos quedamos un rato en silencio, yo pensando que responder, ella esperando mi respuesta, afuera ya estaba oscuro, la lluvia había cesado, no había frío, o al menos no había rastros de frío en el interior de su habitación. Algunas luciérnagas de alcanzaban a ver entre las cortinas, la hora, para ese momento era lo que menos importaba. Jamás en mi vida me había regido por un reloj. Al momento de vivir algo especial y espontáneo en tu vida, lo menos en lo que piensas en en mirar tu reloj. El tiempo se vuelve insignificante, el momento, los momentos son los que nos dan la vida, y la improvisación con ellos, no el tiempo. La habitación estaba vacía, y hasta ese momento me había percatado de ello, yo hacía como que miraba los libros mientras ella hacía como que no me miraba, como que no estaba esperando algo de mí, como si yo no estuviera, pero si que esperaba algo de mí. Creo que no necesito decirles que en algún momento le contesté.
-Por qué tengo la sensación de que esto ya lo había vivido, o no; no sé como explicarlo, no es que sienta que yo haya vivido esto, es más bien como, como si yo ya supiera que esto iba a pasar, pero no deseaba que pasara.
-No lo sé, Quizá todo lo que dices tenga algo de razón, pero que alguien extraño te regale una casa sólo porque eres el único al que le gusta aparte de ella.
-Es porque escribes, al menos una vez en la vida de un escritor esto tiene que pasar. Piensas que a ti no te puede pasar, por eso mismo, porque sólo pasa en los libros, y por eso sientes como si ya te hubiera pasado, pero ahora que te pasa no crees que sea real, que te este pasando a ti, o que lo merezcas. Le tienes miedo al hecho de que una de tus historias se ha tornado a tu realidad.
Me acerqué a ella, la tomé del brazo firmemente, pero no con fuerza, la acerqué hacia mí y mirándola a los ojos le dije:
-¿Por qué presiento que te conozco de otra vida?
-Porque sí me conoces, sólo que no me recuerdas de dónde, de cual de todas las vidas que hemos compartido.
Estuve a punto de corresponder el beso que ella quería darme, pero antes respondí con una pregunta:
-¿Te puedo decir algo?
-Dime.
-Es sólo que ahora yo soy el que te quiere hacer una propuesta. ¿Puedo?
-¿Cuál es? -Dijo ella sonriendo, creo que si esta historia fuera como las demás, sería el momento perfecto para describir como era ella, pero como ya alguna vez lo había escrito por ahí, sólo diré: "Esto lo guardaré sólo para mi."
-Acepto tu proposición con la condición de que cuando regreses te quedes conmigo aquí todas las noches.
-Si tú me lo pides, ni siquiera me iré. y tú no tendrías que irte esta noche.
No recuerdo a que hora desperté, pero para cuando desperté mi boca sabía a café, y el día y la historia ya eran otros.
Que misteriosa esa mujer con esa propuesta tan literaria.
ResponderBorrarMe resulta verosimil lo de las vidas pasada.
Creo que ella esperaba, deseaba esa condición, que incluso la tienta a no irse.
Bien contado.