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martes, 8 de noviembre de 2016
Sueños Verdes
-Hoy he decidido que es mi cumpleaños número 580.
-Bien. ¿Qué quieres de regalo entonces?
-Quiero ir a un lugar con árboles muy verdes.
Estar en un lugar en el que no hablan su idioma siempre me ha parecido nefasto, pero para mi fortuna esta vez estaba acompañado de mis primas, las mejores anfitrionas cuando se trata de volver al valle de Greenville, también fue una fortuna que nos encontramos a esas chicas pero me estoy adelantando en la historia, y me imagino que no les gustará leer una historia mal contada y mal escrita, quizá en esta ocasión les tocará leer una historia muy disparatada para muchas de esas personas "despiertas" o imposible de creer, pero les aseguro que no leerán una historia mal contada.
Acababa de comprar mi cámara nueva, y el lago flotante era como mis primas me lo habían prometido, se veían caer a cada segundo aviones extraviados de otros mundos que levantaban olas gigantes del tamaño de las paredes del casillero que encierran a nuestro mundo, olas que no podían hacerte nada si comías las uvas que daban los enormes pinos que habían en el valle. Mis primas traían en sus "arracadas" bolsas llenas de estas uvas que habían arrancado después de trepar los pinos. Encima del lago había un parque de diversiones sobre una nube, se veía todo flotar hacia abajo, volvían al mundo del que provenían, donde por cierto tampoco nadie hablaba el idioma del lugar.
Más que mi dedo, mi ojo no dejaba de tomar fotos, la cámara sólo me sirvió para estorbar la nítida lente de mi pupila donde siempre recolectaré las mejores fotos, si el lago era hermoso, las costas y los "eltermas" alrededor salían de los sueños de los dueños de los casilleros donde se encuentra encerrados todos los universos, las personas trepaban en ellos y cantaban como los pájaros. ¿Cómo es que la naturaleza es capaz de hacernos sentir tan insuficientes? Tan insignificantes bajo su supremacía, pero a la vez hacernos tan felices. Uno no se pone a pensar en esto cuando no esta flotando, pero es verdad que la felicidad se encuentra en la nada en compañía de alguien, créanme, quien sea ese alguien al final es lo que menos importa, la cosa es que alguien contemple que alguna vez tuvimos la fortuna de haber sido felices, que alguna vez tuvimos ese brillo que todos le pelean a las estrellas cuando nos asomamos a la oscuridad. Caminábamos por las inmensas costas, el pasto en la arena era más verde que en otras ciudades que había visitado en mis sueños, aunque esta no era una ciudad. Las grandes ciudades podrán tener grandes pantallas que proyecten grandes extensiones de tierras llenas de pasto escoses, pero no tienen pasto.
Las primas me convencieron, aunque no quería hacerlo; de subir al parque de diversiones, subimos en un lancha con forma de dragón que tomamos en el lago, jamás supe porque en este lugar les encantaba la figura del dragón, quizá debido al poder que representaban, poder que las personas no tenían, quizá la añoranza de otras épocas, pero que lejos estábamos del mundo que los libros de ciencia ficción relataban tal sitio y tal lugar, o quizá sólo gustaban del color morado, pues todos los dragones eran morados. Sólo íbamos yo y mis seis primas, ellas me decían que les tomara fotos de todas juntas, al principio yo lo hacía y al hacerlo imaginaba que seguía tomando fotos de los árboles del bosque que acabábamos de abandonar en el lago, después sólo fingía tomarles fotos mientras las retrataba en mis ojos. 40 horas después llegamos al lugar, aún había luz del sol pero sin duda ya era de noche, el parque de diversiones resultó ser mejor que el bosque, y eso para mi era una sorpresa, los juegos eran viejos, en realidad viejos, quizá de la edad de los primeros pobladores de La Tierra, ese planeta azul que la gran ballena se devoró. Era como en mi sueño donde aparecía ese parque de diversiones llamado Coney Island a donde todos los jóvenes de los años veinte de no sé qué siglo solían ir para conocer a la chica de sus sueños. Todo brillaba, desde los dragones voladores de la cueva, hasta las patas que te regalaban en el juego de "Mate al oso". Los vendedores parecían más fantasmas que personas, al final gracias a alguien supe que en realidad si eran fantasmas.
Decidimos bajar a mi mundo en uno de esos pequeños dragones morados, yo no quería pues sabía que si lo hacíamos el paseo para mi terminaría y yo no quería terminar. Todos los dragones estaban ocupados a la hora que queríamos bajar, pero un par de chicas que iban solas en uno nos dijeron que podíamos subir con ellas, era uno de los más chicos que había pero todos quedamos perfectamente, además me agrado que ellas también hablaran nuestro idioma, cosa que el conductor no hacía. Las chicas eran muy bellas, el gondolero no hizo más que contar historias de romance y hacernos reír durante todo el trayecto y molestando diciéndome que yo terminaría casándome con una de las chicas que nos acompañaban y que tendríamos bellos hijos, que por cierto no me molestaba tanto el que dijera eso, pues sin percatarme en que momento lo hice, para cuando me di cuenta ya estaba tomando la mano de esta chica, y ella me sonreía, cuando ya habíamos descendido yo le di un beso a la chica y ella me preguntó porque en mi mundo había tantos murales de ballenas volando, entonces les dije a todos que mi mundo era el que se había comido al mundo que antes había sido La Tierra, el mundo que llegó con enormes edificios en vez de parques llenos de árboles verdes, celulares en vez de animales libres, coches horribles en vez de libros, personas que hablaban de números aunque no estuvieran hablando de números, un mundo al cual me resistía a pertenecer y por eso visitaba con tanta frecuencia a mis primas en Greenville para flotar.
Fue entonces que, cuando el dragón hizo alto frente a una luz roja que decía "Stop", yo me desperté.
Ahora no lo sé, en dónde es que aquel
par de chicas y mis seis primas puedan estar,
pero estoy seguro, o al menos quiero
tener la certeza, de que aún flotan en ese pequeño
dragón morado, o estarán comiendo uvas en el lago
de Greenville.
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Este cuento lo escribí hace unos meses junto con otro para una revista virtual literaria, o mejor dicho; para una convocatoria que hizo esta revista para hacerse de nuevos colaboradores. Ahora, no se si es tan importante eso de que tu CV tenga la frase: "Licenciado en letras", o simplemente la narrativa en mis cuentos no es tan buena como yo la siento. De cualquier forma tenia ganas de colarlo acá y espero les guste.
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